En 2002 Norma Liliana, contra Conchita Castañeda, primera mujer líder del SNTISSSTE 

Envuelta en la bandera del feminismo, la precandidata Rodríguez Argüelles olvida su historia, tan parecida a los Garcia Culebro en el opaco manejo de los dineros de los trabajadores

Por El Pordiosero

 

En 2015, cuando la central burocrática la FSTSE no incluyó en su lista de precandidatos a diputados del PRI a Luis Miguel Victoria Ranfla, la doctora Norma Liliana Rodriguez Argüelles, consideró que debió contender por la vida independiente y despotricó contra los partidos políticos.

Años antes, en 2002 en una decisión incomprensible, renunció a la comisión de reembolsos en la estructura de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado -el “Grupo Cuicuilco”, de la que era integrante, fue determinante para la segunda reelección de Joel Ayala Almeida-, indignada por el reconocimiento a la elección de Concepción Olivia Castañeda Ortiz, como primera dirigente en la historia del Sindicato Nacional de Trabajadores del ISSSTE (SNTISSSTE).

La doctora Rodríguez Argüelles terminaba su gestión como secretaria general de la sección IV “Clínicas de especialidades”. Se alineó a la candidatura de Alfredo Figueroa Galeana (qepd), en el entonces llamado “Grupo Cuicuilco”, en el que participaban Victoria Ranfla -con varios años de cacicazgo en la seccional-, Francisco García Culebro -cacique en la sección VI “Estancias de Bienestar Infantil”- y Roberto Ruvalcaba Reyna, entre otros.

La FSTSE apoyó la candidatura de Figueroa Galeana. La sección III “Clínicas de medicina familiar”, encabezada por la doctora Marisol Galindo, con sus 17 delegados al congreso, definió que la ganadora fuera la señora Castañeda Ortiz, en un congreso realizado en Los Cabos, en Baja California Sur, ante la desorganización prevaleciente en el grupo “Cuicuilco” –García Culebro chantajeaba con apoyar la candidatura femenina de no dársele la Secretaria de Finanzas-.

El “Grupo Cuicuilco” cometió una diversidad de errores, como no prever que un notario público diera fé que sus delegados al congreso se encontraban en un lugar distinto a donde se realizó la elección del comité ejecutivo nacional. La constancia de un corredor público no reunió los elementos jurídicos convincentes para negar la revisión al amparo contra la toma de nota a la gestión de la señora Castañeda Ortiz que le había otorgado el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje (TFCyA).

Años más tarde, en 2009, la doctora Rodríguez Argüelles rompió con Victoria Ranfla y registró una planilla en un infructuoso intento por ganarle los delegados de la sección IV “Clínicas de especialidades” al congreso nacional. Fue arrasada.

Ese año el SNTISSSTE enfrentó una nueva crisis al registrarse dos candidaturas por la dirigencia nacional: la doctora Marisol Galindo, tenía el apoyo mayoritario de las secciones. Victoria Ranfla y García Culebro se alinearon con la candidatura de José Luis Rodriguez Camacho, el candidato del director general del ISSSTE, Miguel Ángel Yunes Linares. No eran tiempo de mujeres, como ahora justifican para que la doctora Rodríguez Argüelles sea su sucesora, con un claro fin: limpiar la galopante corrupción en ese sindicato de los últimos años.

Era la época en la que la doctora Rodríguez Argüelles se refería a Victoria Ranfla como “cacique sindical”.

La cercana relación con el presidente del SNTISSSTE, José Luis Rodríguez Camacho le permitió a ella ser incluida en la planilla como presidenta de una comisión. Meses más tarde se rindió ante Victoria Ranfla, quien en 2013 la premió con la Secretaria de Relaciones Internacionales y cuatro años después le encargó el manejo de las cuotas sindicales como secretaria de finanzas.

Al ser la equidad de género lo actual, los pocos que se han sumado a su precandidatura, enarbolan que le toca a una mujer encabezar el Sindicato Nacional de Trabajadores del ISSSTE (SNTISSSTE), menospreciando el voto personal, libre, secreto y directo de todos y cada uno de los casi 80 mil agremiados.

La democracia no obedece a razones de género. Plantearlo así es una actitud convenenciera que denota posiciones antidemocráticas. ¿Tiene sentido convocar a los trabajadores a que emitan su voto, si una de las participantes chantajea con que por ser mujer debe ser la ganadora?

Elecciones democráticas exigen convencer a los votantes con propuestas viables, con un discurso persuasivo y con compromisos claros. En una campaña se pone incluso en juego la historia de los candidatos. La doctora Rodriguez Argüelles nunca ha informado a cuánto asciende el fondo de previsión del 5 por ciento del total de las cuotas, ni tampoco de los réditos generados, por ejemplo.

Se parece tanto a la familia García Culebro que en los últimos cinco años pese a las aportaciones quincenales de casi 80 mil trabajadores y los réditos de las inversiones, causaron que el multimillonario fondo en lugar de aumentar disminuyera. ¿Sólo ellos se enriquecieron ?¿A quiénes más les tocó parte de los intereses financieros de los que no se ha informado?

En el caso de la doctora Rodríguez Argüelles y sus simpatizantes, su súbito feminismo es un disfraz de hipocresía que tiene como objetivo engañar a los trabajadores.

En el pensamiento de ella el feminismo no tuvo ningún cabida cuando combatió la elección de la señora Castañeda Ortiz como primera secretaria general mujer en la historia del SNTISSSTE.

Años más recientes olvidó los señalamientos de “cacique sindical” para sumarse  gustosa al proyecto reeleccionista que en nueve años no logró conquistas laborales importantes.

Las condiciones generales de trabajo en ese instituto tienen una década sin revisarse -las prestaciones económicas se habrían perdido de no ser por las negociaciones de la FSTSE con el gobierno federal-, y desde 2019 los trabajadores del ISSSTE no reciben uniformes por la connivencia documentada que el grupo de Victoria Ranfla tenía con los proveedores encabezados por Luis Francisco Molleda y Sergio “El pollo” Moreno.

En efecto, se parece tanto a los García Culebro que no ha sido capaz de informarles a los trabajadores cuyos intereses laborales pretende tutelar, del monto del fondo de previsión -equivalente a la quinta parte de las cuotas que se entregan mensualmente a las 48 secciones, de acuerdo con el artículo 180 del estatuto reformado-, los réditos que genera y el destino que a esos dineros se les ha dado.

Es igual que esa familia en la antidemocacia con la que se conducen. El lunes 14 de marzo, ella y Victoria Ranfla habrían encabezado reuniones con integrantes del comité ejecutivo nacional y con secretarios generales seccionales para escuchar una “lluvia de ideas” para lo que esperan sea la campaña de ella. Es decir, buscan con la estructura sindical avasallar la candidatura del vicepresidente Hilario Ramírez.

Sólo que tanto ella como Luis Miguel mostraron sus debilidades en las pasadas elecciones para delegados al congreso de reforma estatutaria: perdieron en 10 de las 17 secciones en la Ciudad de México.

Incluso ella debió recurrir a los aviadores disfrazados de comisionados sindicales para evitar que un candidato emergente, Daniel Castro López, le ganara en la Clínica de Especialidades “Churubusco”Antonio Sandoval en su intento por desprestigiarlo dice que fue Victoria Ranfla quien los ingresó al ISSSTE a petición de la mamá, olvida que él y su hermana Norma Hilda gozan de comisión sindical por ser hijos de Hilda Cruz Tornez, la ex secretaria general de la sección IV “Clínicas de especialidades” derrotada en la elección para delegados al congreso de reforma estatutaria-.

La desesperación de los pocos apoyos de la doctora Rodríguez Argüelles, los ha llevado a cometer serios errores: se apropiaron del logotipo sindical para su campaña -como si fuera propiedad de un grupo-, y del eslogan de Andrés Manuel López Obrador de su candidatura presidencial en 2018 -¿no es eso plagio?- y Mario Armando Ordaz -con cuánto entusiasmo hizo, en 2017, la señal sexual a las doctoras Marisol Galindo y Guadalupe Núñez para festejar que les habían ganado- debió distribuir un comunicado en el que señalan que no están recabando firmas para esa candidatura.

Es cierto que la reforma laboral obliga a la equidad de género; pero también obliga a la rendición de cuentas cada seis meses a los trabajadores desde el 1o de mayo de 2019. Y fundamentalmente obliga a la democracia sindical.

 

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