De memoria

La costumbre de robar…

Por Carlos Ferreyra

La conseja dice que si quieres robar sin riesgos, pongas tu banco. Debe ser verdad porque no recuerdo a ningún conocido que haya salido indemne de sus negocios con esas instituciones.

Caso personal: acudo a la sucursal Pabellón Bosques del HSBC en cuyo cajero automático quiero extraer cierta cantidad con la tarjeta de bienestar.

Es un trámite simple, se introduce el plástico, el cajero silba y chilla discretamente, se ilumina y avisa que está comprobando la autenticidad del documento.

Nueva sesión de chifliditos y chilliditos, en la pantalla pide informar cuál será el trámite y solicita introducir los números de la clave personal.

Después de cumplir todos los pasos, la pantalla se ilumina, chilla, silba y proclama que el trámite fue completado; invita a tomar el dinero.

Pero el dinero no aparece, en cambio pide una donación que es rechazada porque es conocido el hecho de que suman esas cantidades, las manejan como propias y logran evasiones fiscales escandalosas.

El aparato se disgusta, sin ruido, a la sorda, se apaga y se traga la tarjeta. El dinero nunca aparece.

Camino diez pasos hasta donde un alarife habilitado como funcionario, me atiende sin mirarme en algún momento. A mi explicación, de hecho antes de terminarla, responde que automáticamente la tarjeta tragada ha sido desintegrada.

Pretendo razonar que sucedió hace diez pasos y que además el cajero se apropió de mis recursos sin apelación. Siempre con la mirada en otros asuntos y nunca en el bicho protestón, sugiere acudir “a su banco”. Le recuerdo que cuando un cliente reclama el robo de su dinero, quizá su extravío en las intrincadas rutas del banco, lo acostumbrado es recurrir al corte de caja.

Se hace un balance y si efectivamente se encuentra que la cifra está como sobrante, con un recibo que lo haga constar se devuelve su dinero al cliente.

Eso era antes cuando al código de vestimenta, traje completo, camisa blanca, corbata de un solo color, sin dibujos, se adjuntaba un código de comportamiento: el cliente siempre tiene la razón.

Eso, que seguíamos puntualmente los empleados bancarios, no eximia a la institución de determinados abusos y raterías que perjudicaban, siempre, a los trabajadores.

Hoy agarran parejo y les importa reverendo cacahuate llevarse entre las patas a clientes o empleados.

Cuando a una cajera le sobraba dinero que nadie reclamaba, el banco se lo apropiaba en tanto que si el dinero estaba incompleto, fuesen cinco centavos o cinco mil pesos, entraba en acción un órgano interno que sin decir agua va, le colgaba el adeudo a la laborante y se lo descontaba en seis, doce meses en los que estaba impedida para renunciar o cambiar de empleo.

Sigo con mi chisme: telefónicamente se hizo la queja en el Banco del Bienestar donde dieron un plazo de seis meses para la reposición. Por lo pronto y ante la aportación de los datos personales requeridos, incluyendo la credencial de votante, aparecí entre los peticionarios para realizar la susodicha consulta.

En el desorden organizado entre militares y súbditos de su majestad don Elektra, se apropian del dinero, suspenden con cualquier pretexto su entrega y finalmente el supuesto beneficiario, seres de la tercera edad con difícil locomoción o inclusive sin ella, pierden y esperan que piadosamente les repongan esas cantidades, mínimas pero suficientes para comer una, dos semanas o para los medicamentos que les fueron retirados vía IMSS u otra.

Citibank anuncia la venta del ex Banco Nacional de México. La operación puede significar alrededor de 25 mil a 30 mil millones en impuestos. Se apunta Salinas Pliego que se mueve entre versiones que sólo coinciden en mostrarlo como un evasor de impuestos.

La cantidad la fijan en 35 mil millones de pesos, aunque otros la suben a 50 mil millones de pesos. De realizarse la operación, pregúntese el lector si el banco extranjero, vendedor, o el dueño de Banco Azteca van a querer cargar con ese pago por la transacción.

Y no se olvide la enorme propiedad de obras de arte nacionales y extranjeras en poder de Banamex.

Mientras espero la reposición de mi plástico y sin esperanza de que me reintegren mi dinero, los bancos, los banqueros, continuarán con sus abiertamente ilegales negocios, despojando a quienes no pueden defenderse…

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