Opinión

De memoria

Echeverría, adiós...

Carlos Ferreyra

Impensable coincidencia muere el día que se cumplieron 39 años de la cancelación del mejor diario latinoamericano, y dio nacimiento a dos medios que han hecho historia en México: Proceso y UnomasUno.
Laborábamos en el diario citado donde el director nos instruyó para cumplir con una orden de trabajo. Salimos de la redacción y encaminamos nuestros pasos al sur.
Nos presentamos Aarón Sanchez y yo en la enorme y bellísima casona de San Jerónimo, donde el ya ex presidente Luis Echeverría ocupaba su tiempo en la organización de lo que iba a ser un museo y en la clasificación de lo que pretendía una exhaustiva memoria de su administración.
Al final de la visita yo salí con dos invitaciones a desayunar, un extraordinario ejemplar de una obra firmada por Tonatiuh y Elektra Gutiérrez , un par de increíbles fotos capturadas por el insigne Aarón en zonas de contraluz sin flash ni luces auxiliares.
Aarón, legendario fotógrafo del Excélsior de Julio Scherer, con la frustración del trabajo no publicado, pero con una colección de gráficas tan estéticas como nunca antes las habían capturado a tan notorio personaje.
El director, Manuel Becerra Acosta, fue muy directo: una entrevista lo más profunda incluyendo sus instrucciones en la intervención y expulsión de socios en la cooperativa de Reforma 18.
Echeverría era un hombre de improntos y en contra de las versiones de sus malquerientes era muy inteligente y hasta sabio. Lo demuestran sus obras físicas e intelectuales en torno a los derechos del Tercer Mundo.
A veces la pasión lo desbordaba. Una comida en la que sólo participábamos corresponsales extranjeros. Ya había sucedido la condena echeverrista por el ajusticiamiento de seis bombarderos etarras.
La respuesta supuestamente popular en las principales plazas madrileñas donde miles de mantas y carteles iguales lucían mentadas de madre contra el mexicano, expresión que allá no decía gran cosa a los ibéricos.
Ningún medio nacional se atrevió aquí a reproducir las fotos.
En la comida, el jefe de la oficina de EFE en México, Carlos Viseras, que escuchaba, zorruno, los despropósitos del anfitrión en espera del resbalón que no tardó, cuando alguien preguntó si algún día habría relaciones entre los dos países.
El ceño fruncido la mirada recorriendo a sus invitados, con voz casi un grito, Echeverría aclaró: las habrá cuando haya democracia.
Viseras con tono deliberadamente calmoso y mirando sonriente al mandatario, inquirió: ¿Allá o acá, señor presidente?
No recuerdo bien como terminó la reunión, seguramente en el bar, el Club de Corresponsales atrás del Hilton y entre enormes risas y chanzas de los periodistas. Fausto Zapata presente.
Tras un recorrido que nos llevó varias horas, con Aarón conocimos la sala donde se conservaban los obsequios recibidos durante su gestión presidencial. Todos inventariados, clasificados y enterados a las autoridades hacendarias.
En salones con largas mesas, computadoras todavía rústicas, un gran número de jóvenes clasificaban los recortes de la prensa nacional, regional y extranjera, donde se detectaba alguna mención al sexenio y su cabeza.
Fue una visita didáctica, muy agradable pero Aarón y yo descubrimos que la entrevista la propuso el ex mandatario. Y que este ya tenía un guión que nos negamos a conocer.
Dimos por terminado el periplo residencial y nos retiramos. En el periódico con franqueza le dijimos a Becerra Acosta que no estábamos dispuestos a participar en acto propagandístico y de reivindicación política a favor de nadie.
Casi sin mirarnos, Manuel el director que estaba repleto de vicios y malas costumbres entre ellas siempre sobresalía su enorme respeto por el periodismo, dijo, lacónico, “de acuerdo”.
Muy breve tiempo transcurrió y ese andaluz, Luis Suárez, célebre por sus andanzas a costa de organismos profesionales de los países socialistas, publicó inicialmente a manera de anuncio en la revista Siempre, una síntesis de su charla con su tocayo.
Y luego, el éxito editorial del momento con muchos miles de ejemplares: Echeverría rompe el silencio.
Espléndido trabajo de limpieza, veamos como se verá en los siguientes días. No hay muerto malo, en nuestra tradición. A mi me simpatizaba. Debemos aceptar que la opinion pública, ésa actualmente apropiada de las redes, ya lo condenó. Sin apelación, las culpas son suyas, los méritos de sus colaboradores.
Tengo la certeza de que nadie intentará un juicio mesurado. Estamos listos para el linchamiento. ¿Alguien recordará las vidas salvadas entre los refugiados suramericanos? ¿Su proyectada Carta de Deberes y Derechos de los Estados?
Como colofón, todos sus hijos dedicaron sus actividades a empleos simples sin aspirar más allá de una vida modesta…

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