Opinión

De memoria

Disputas sucesorias…

Carlos Ferreyra

Cada vez parece más claro que serán los militares quienes decidan el futuro del país y quienes, in péctore, acuerden quién nombrarán sucesor en la Silla del Aguila.
Por las incómodas redes circula una sonriente imagen de López Obrador, joven, afirmando que sólo tiene una virtud, su honestidad y un valor, su palabra que no aspira a la Presidencia de la República.
Al tiempo hemos visto lo que vale su palabra. Hace un par de semanas dimos a conocer que la Betty la escritora, poeta, cantante, compositora, novelista, historiadora, académica sin academia y madre sin hijo, huido al Primer Mundo, publica un cuadro en rosa, orlado de corazoncitos engarzados como pulsera y en letra negra, gruesa para que se vea bien, la siguiente pregunta que más bien parece una declaración de intenciones:
¿Votarías nuevamente por Andrés Manuel López Obrador para la (P) presidencia de México o porque (por qué) candidato votarías? Los leo…
Da por hecho la Betty que ya hay candidato, su marido, contrario a la ausencia del INE que no aparece por ningún lado, a pesar del desbordamiento publicitario de Msgcel y la Cheim, con asambleas estatales y todo.
Las redes se han desbordado en apoyos a una mujer de procedencia ignota, que presume su nombramiento como coordinadora de comités por la reelección de López (así dice) para que Andrés Manuel López Obrador termine de consolidar la transformación de México.
La imparable cascada de mensajes, como es habitual en estos asuntos, coincide en que a pesar de su ejemplar gobierno (lo escriben sin caritas jocosas) seis años son pocos para reparar el caos, la destrucción de siete décadas. Obvio, de priismo.
Los comités aludidos o anunciados estarán trabajando a partir de la fecha en todo el país. Perverso como lo conocemos, esta idea parece mas bien salida de una mente aún mas retorcida: quizá su cónyuge.
En el centro de toda decisión futura, sin embargo, deberán estar las Fuerzas Armadas que no sólo han logrado encerrar a la nación y sus habitantes sino que ahora se arrogan la facultad de inmiscuirse en vidas privadas y familiar de los ciudadanos.
Como otra de las facultades que les han sido concedidas, está la expropiación sin juicio, de propiedades que se supongan, ojo con esto: se supongan mal habidas.
Y aledaño, la ocupación, invasión e investigación de residencias y ocupantes, sin orden judicial. Va de la mano con la reclusión preventiva, de extensión y lugar a juicio de los acusadores.
En diversos foros se busca legalizar los abusos castrenses para evitarles juicios a futuro. Necesitan, eso sí, mantener la correa estirada aunque lastime un poco el collar.
Aquí cabe la consabida pregunta: ante un horizonte placentero, un panorama repleto de beneficios y satisfacciones con impunidad garantizada por la ley, ¿querrán los guachos asumir costos políticos, desvelos y tareas para recomponer al país?
Les bastará tener trepado al actual en el teórico mando nacional, mientras ellos, los uniformados deciden todo.
Recuérdese al secretario de la Defensa diciendo al dizque comandante supremo (minúsculas) sigan molestando y retiro a mis soldados. Mis soldados, míos.
Vigilemos el aviso de la Betty, las tareas de los comités para la nueva elección del Peje y sentémonos a llorar, sin remedio…

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