Sororidad laboral

¿Cuántas veces hemos escuchado o dicho estas frases: “Mujeres juntas ni difuntas”, “Ya siéntese señora”,” Tenía que ser vieja”, “Sin Yolanda Maricarmen”, “Calladita te ves más bonita”, “Esta en sus días”, “Con esa falda, a mí también me hubieran ascendido”?

Ilse Saucedo

 

Estaba en la oficina, no sabía si llamarle a su pareja o a su madre, quería gritar al mundo que había conseguido el ascenso. Todas esas horas extra (no pagadas), los cursos (que tomó por su cuenta), el esfuerzo desmedido, había tenido frutos: A partir del lunes sería la nueva directora de ventas de latinoamérica (por obvias razones no revelaremos el nombre de la empresa). Ella estaba feliz, hasta que escuchó un comentario de una compañera: “Con esa falda, a mí también me hubieran ascendido”…

 

Una mujer había con tan pocas palabras, echado por la borda todo lo que había hecho. Sintió como todo se nublaba ¿Cómo es que otra mujer había hecho ese comentario?

 

“A las mujeres no nos educaron con los valores de la amistad, sino más bien para competir entre nosotras. En el trabajo esta competencia se puede acelerar y provocar que los juicios entre mujeres sean más severos. Para poder conseguir que la barrera salarial o de oportunidades laborales sean más equitativas, debemos ser igual de equitativas a la hora evaluar mujeres y hombres”, precisa la Dra. Ana Buquet Corleto, Investigadora titular y fundadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM.

 

Como sostiene la feminista y antropóloga mexicana, Marcela Lagarde: “La alianza de las mujeres en el compromiso es tan importante como la lucha contra otros fenómenos de la opresión y por crear espacios en que las mujeres puedan desplegar nuevas posibilidades de vida”. En este contexto surge el concepto de sororidad, el cual se refiere a una nueva experiencia práctica intelectual y política entre mujeres que pretende materializarse en acciones específicas.

 

La palabra sororidad se deriva de la hermandad entre mujeres, el percibirse como iguales que pueden aliarse, compartir y, sobre todo, cambiar su realidad debido a que todas, de diversas maneras, hemos experimentado la opresión.

 

De acuerdo con Marcela Lagarde, la sororidad significa “amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear y convencer, que se encuentran y reconocen en el feminismo, para vivir la vida con un sentido profundamente libertario”. Por ello, afirma que en la sororidad se encuentra la posibilidad de eliminar la idea de enemistad histórica entre mujeres.

 

La sororidad es un pacto de género entre mujeres que se reconocen como interlocutoras. No hay jerarquía, sino un reconocimiento de la autoridad de cada una.

 

En resumidas cuentas, la sororidad se traduce en hermandad, confianza, fidelidad, apoyo y reconocimiento entre mujeres para construir un mundo diferente; percatarse que desde tiempos antiguos hay mujeres que trabajan para lograr relaciones sociales favorables para ellas y para nosotras, recordando siempre que todas somos diversas y diferentes.

 

La participación actual de las mujeres en la arena política en diferentes países ha propiciado el surgimiento de una nueva ola de luchas feministas que ha revolucionado las agendas políticas y la vida cotidiana, y ha recogido experiencias y otros momentos históricos en que las mujeres se organizan contra la explotación y la opresión, la subordinación y discriminación de género, han logrado grandes logros. En los últimos años hemos visto movimientos sociales como #Niunamenos #Metoo #amigadatecuenta encaminados en promover la dignidad de la mujer y su participación política en todos los alcances

 

¿Qué podemos hacer para ser parte de la sororidad laboral?

 

Prácticas como no criticar hechos de “ser mujer” o mantener prejuicios dentro de las organizaciones empresariales son los primeros pasos. También dejar de decir que alguien obtuvo un puesto por ser mujer, o dudar de la competencia de un elemento por su género, dejar de vernos como competidoras por la mirada, atención, amor, atención o reconocimiento, sino cómplices para que cada una se desarrolle y llegue tan lejos como se pueda.

 

Otro esfuerzo por hacer, será que las mujeres allanemos el camino para las que vienen, para así ir derrumbando el “techo de cristal” que nos ha impedido acceder a puestos de toma de decisiones y liderazgo sustantivo y por supuesto y no menos importante, escapar del patriarcado, del chantaje emocional, la manipulación y los dogmas sobre nuestras capacidades y derechos, aprendidos desde la niñez y adolescencia.

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