Opinión

De memoria

La vocación…

Por Carlos Ferreyra
Sundred Suzarte Medina tiene varias dudas respecto a la carrera que hoy vemos, seleccionó y estudió a lo buey:
“Necesito hacer algo que dé dinero. Con el periodismo no lo logro. ¿Debo reinventarme profesionalmente?”, expresa.
No es ociosa su inquietud. Aunque es consecuencia de una evidente falta de información al escoger carrera profesional, y una muy notoria distorsión propiciada por los periodistas exitosos.
Al frente de un grupo de una treintena de alumnos de primer ingreso a la carrera en Acatlán, UNAM, recomendé que pensaran bien y que si no había plena seguridad en su vocación, cambiaran a una carrera en la que fueran útiles a Dios, su Patria y su familia.
Les hablé un poco sobre un oficio que da muchas amarguras pero cuyas satisfacciones son inigualables.
¿Por qué tú no lo pensaste así? Preguntó alguien: porque nunca hubo un zoquete que se parara a explicarlo, respondí pero después añadí lo que es una vocación por lo que es evidentemente un servicio público y tal como lo describiría un religioso, el ejercicio de una labor en bien de la comunidad y de cada persona.
En aquella oportunidad me sentí en la gloria porque intuí que todos, como suena, sin exceptuar a nadie, coincidían conmigo en que emprenderían un camino de ganancias nunca económicas pero de enormes, incontables y redituables satisfacciones morales.
Turno vespertino con hora final nocturna, los alumnos en su mayoría eran trabajadores de salarios modestos. Acudir a la escuela era un gran sacrificio y ninguno tenía en mente ir a parar a la televisión.
Eso quedaba para los niños lindos y las hermosas güeritas de la Ibero, el Tec y claro, en manos de los Mercenarios de Cristo que explotaba Marcial Maciel.
De este lado, éramos prietitos y rústicamente atuendados, así que vivíamos nuestra realidad incluso discutiendo si los aspirantes a periodista deben leer periódicos, o evitarlo para no contaminar su estilo.
Barroquismos que el devorador de letras, Joel Hernandez defendía con denuedo de cruzado en un cerco de infieles. Los opositores a la lectura masiva eran mayoría pero en su abono habría que razonar esa postura: no tenían recursos para allegarse libros o periódicos.
Con el tiempo, un poco de ingenio y mucho interés fueron cambiando su percepción. En lo que se sostuvieron, fue en su vocación por ejercer una profesión que nunca les abrirá mas puertas que las de una modesta condición económica.
Veo a varios de ellos luchando como es hoy el mundo de las noticias, enmedio de una precariedad triste, inmerecida. Sin desánimo al menos de quienes he podido observar. Son héroes, tan simple como eso.
Entristece el surgimiento constante de entes como Suzarte (¿deveras se llamará así?) que si no tuvieron la capacidad para comprobar su vocación, ahora pretenda retorcer la esencia del oficio. Quiere dinero, es todo y no sabe cómo.
Siento paz y felicidad al constatar cada día, la existencia de seres de gran calidad humana, que sufren las carencias y miran la vida con el orgullo de las almas puras.
¡Vaya, ya me apejendejé! Para rematar algo para la jauría. Conocemos a Gabriel Garcia Márquez por sus enormes reportajes convertidos en obras literarias que, cual corresponde, integran mucho de la imaginación y los supuestos del novelista.
De sus trabajos como reportero, sabemos por referencias. Sus galardones son literarios. Gabriel en México escribió poco o casi nada como periodista. Recuerdo algo que a él no le gustaba recordar” la interminable serie sobre Fray Escoba en la Revista Sucesos para Todos de Gustavo Alatriste.
Con Riszard Kapuscinsky convivimos en la década de los 60, viajamos varias ocasiones por Centroamérica, acompañamos a Torrijos a sus visitas en los corregimientos alejados de Panamá; presenciamos la breve Guerra del Futbol y bueno, compartimos otras experiencias.
Riszard, gran reportero, laboraba para la agencia estatal polaca PAP, yo a mi vez, en la igualmente agencia oficial cubana Prensa Latina.
Por razones entendibles, aún enviando la información a nuestras sedes centrales, no era utilizada para los hilos informativos.
Kapuscinsky no se agitaba. Su futuro lo haba decidido hacía mucho. Sus investigaciones y reportajes, se convirtieron en obras cuasi literarias en las que encueraba sistemas, dictadores, militares y demás entes de la fauna opresiva de los pobres.
Como anécdota, la primera ocasión que le escuché afirmar que el periodismo no es un oficio para los cínicos, reímos un poco, le pregunté cómo definía tal maldad. No recuerdo su respuesta…

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