Opinión

De memoria

Lo platicaré lo más breve posible. Conocí al hoy dueño de lo que antes se promocionaba como La luz es nuestra

Carlos Ferreyra
Tenía una fijación enfermiza por los helados y a la menor provocación a quienes viajábamos en comitiva presidencial, nos sonsacaba para ir a tragar nieve.
Este señor coincidió en tiempos parisinos con un grupo en el que estaban Muñoz Ledo, Bremer y no recuerdo quiénes más.
El punto de reunión de la mexicana era el departamento de dos adinerados estudiantes tabasqueños, poco afectos al alcohol, pero no rechazaban financiar las degustaciones de sus paisanos y amigos.
Incidentes hubo, muchos, pero uno en especial dio fin a tan agradable convivencia.
Con el alcohol ingerido como pozo petrolero descontrolado, el actual propietario de los recursos eléctricos se hizo de palabras con uno de los hermanos.
Pandillerito de barrio bravo capitalino, el hoy funcionario tenía todas las de ganar. El anfitrión, por su lado, no iba a aceptar una humillación en su propia casa.
Una providencial botella de Beaujolais du Pape resolvió el conflicto. Se estrello en una mejilla del broncudo y final de la fiesta.
Revisado en el hospital detectaron la fractura de un músculo que le dejó en forma perenne un cierto gesto despectivo, la boca ligeramente torcida, el labio inferior hacia afuera y, lo mas grave, un resentimiento perpetuo.
El episodio me fue narrado por uno de los protagonistas y confirmado por otro de los que presenciaron la bronca.
Por el enorme poder del personaje, nadie será tan osado de confirmar este episodio. Dejémoslo pues como un cuentecillo de la vida real… y esperen la brutal alza del costo de la luz.

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