
Carlos Ferreyra
M茅xico, pa铆s multicultural, aseguran aquellos que leyeron m谩s de tres libros sobre el asunto, es tan diverso que el norte poco o nada tiene que ver con el sur.
Costumbres y usos son tan distintos que en un viaje tur铆stico se tiene la impresi贸n de pasar por varios pa铆ses que no s贸lo tienen diferentes h谩bitos sociales, alimenticios y de vestimenta, sino de comportamiento social. Y all铆 entra la Patria, que se concibe como el suelo donde vives o el sitio de donde son tus ra铆ces y se conservan los restos de tus ancestros.
Debo acudir a la hermosa foto que extraje del portal de Joel Hern谩ndez Santiago. Ni modo, la repetir茅, es necesaria para mi narraci贸n:
Tuve un hermoso t铆o, leg铆timo tarasco, que lleg贸 con su madre, ya madura, a trabajar a la casa de la abuela Anacleta. Los reci茅n avecindados no hablaban la Castilla, la se帽ora entend铆a sus obligaciones dom茅sticas y el peque帽uelo desde el primer d铆a comenz贸 a aprender, por si mismo, el idioma en uso en la casa.
Dotado de gran inteligencia, el infante antes de los seis meses ya pod铆a servir como enlace entre su progenitora, que muri贸 muchos a帽os despu茅s sin hablar espa帽ol, y la patrona. Empe帽ado en el aprendizaje, nunca dej贸 de usar su idioma original.
No era un ni帽o peque帽o, moren铆simo, con una dentadura que luc铆a en cada sonrisa, era de estatura elevada y de complexi贸n atl茅tica.
Su madre se arriesg贸 a llevarlo a Morelia sin que tuvieran seguridad del futuro inmediato. La intenci贸n, lograda, era que Othon, qu茅 tal era su nombre, estudiara y adquiriese habilidades profesionales para regresar a servir a los habitantes de la Meseta de donde proced铆an.
Sobresaliente en todo lo que emprend铆a, al terminar la Primaria como alumno ejemplar, el director de su escuela decidi贸 que fuese quien hiciera el discurso de despedida. El siguiente paso ser铆a San Jos茅, la 煤nica Secundaria en la ciudad.
Preocupada la madre del t铆o Othon por el encargo recibido, decidi贸 vestirlo de gala. Durante muchas noches se afan贸 tras una antigua Singer de pedales, pero sin comunicar a nadie su trabajo. Lleg贸 el d铆a del cierre de cursos, como de costumbre la banda de guerra de la escuela marcaba las notas del inicio y el fin de la ceremonia.
Alumnos del insigne maestro Romano Picutti, creador del coro de ni帽os de Morelia, marcaban el ambiente de las familias y principalmente de los padres, ya achispados por la emoci贸n y la Charanda.
Hubo recitaciones a granel, un par de peque帽itas que entonaban, o arrastraban a Mar铆a Grever en emocionada interpretaci贸n. Estuvo el estudiante de m煤sica de la escuela sita en el Jard铆n de las Rosas y tres bailables, una pirecua homenaje a las ra铆ces y a los pescadores del Lago de P谩tzcuaro, quiz谩 alguno por peteneras y el zapateado Jarabe Tapat铆o.
Lleg贸 el momento estelar. El ni帽o Othon Sosa leer铆a su composici贸n que conten铆a un homenaje a la escuela, el agradecimiento a los maestros que tanto desvelo dedicaban para educar a los alumnos, aut茅nticos ap贸stoles.
La parte final exhortaba a los futuros educandos de segunda ense帽anza, a superarse, a ser cada d铆a mejores como personas y como miembros de la colectividad. En verdad una pieza oratoria para el bronce
Atr谩s del modesto proscenio hizo su aparici贸n el orador. Un silencio sepulcral antecedi贸 a las m谩s desvergonzadas muestras de j煤bilo: El ni帽o vest铆a un calz贸n blanco brillante, una camisa verde subido y una faja roja como sangre fresca. Adem谩s unas delicadas zapatillas.
La decidida y oportuna intervenci贸n de un maestro, volvi贸 a la normalidad todo. Severo, explic贸 los muchos m茅ritos del infante al que coloc贸 en dedicaci贸n y aprovechamiento sobre todos sus compa帽eros.
Explic贸 luego el profundo amor a la Patria del orador y al finalizar recibi贸 el aplauso de los concurrentes que escucharon con atenci贸n el mensaje de fin de cursos.
La sencilla verdad: nuestras etnias, al menos las que habitan Michoac谩n, son proclives a los colores vivos en ropa y viviendas. La madre del t铆o Othon para confeccionarle su ropa para la ceremonia, us贸 una bandera nacional, guardada en cualquier caj贸n del ropero de la abuela.
Le pidi贸 prestadas unas sandalias a una hermana de mi madre (con la que mucho tiempo despu茅s se cas贸; pero esa es otra historia) y listo para su presentaci贸n en p煤blico.
A帽os posteriores, el t铆o platicaba con grandes risas la experiencia y con mirada triste recordaba a su madre. Por cierto, Sosa es apellido ib茅rico pero es com煤n entre los purembes鈥