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Sobrino de Pedro Zenteno dirige hospital Tacuba del ISSSTE con caprichos y mucha corrupción

El doctor Salvador Alonso Gutiérrez Ávila, para agradar a su esposa Valerie, instaló el servicio de dermatología quitándole camas censables a medicina interna. El manto de impunidad le solapa irregularidades.

Por El Pordiosero

 

En la gestión de Pedro Zenteno en el ISSSTE, la corrupción anidó en prácticamente todas las áreas. La eventual llegada de Bertha Alcalde Luján, con todo y la influencia política familiar que la precede, pudiera ser una bocanada de oxígeno en la que están puestas las esperanzas para un cambio radical.


 

El director del Hospital General Tacuba es Salvador Alonso Gutiérrez Ávila, sobrino de Zenteno -véanse Perlas Sueltas del 20 de septiembre de 2024, en la que detallamos su asistencia a su boda con la dermatóloga Valerie Alcántara Ramírez y diversas irregularidades que configuran posibles delitos y que permanecen impunes-.

 


Hace unos meses en ese hospital fue inaugurada una nueva torre que estaba destinada a intervención cardiológica de alta especialidad y medicina interna. Sin embargo, por razones comprensibles -de ninguna manera justificables-, el director decidió, hace a lo sumo dos años, que el área de dermatología -también él es dermatólogo- ocupará tres cubículos con todo y camas censables.

Placa en la torre nueva del Hospital General Tacuba del ISSSTE.

La utilización de camas censables, es desviación de recursos públicos para un servicio no esencial, debido a que dermatología es un servicio disponible de lunes a viernes sin casos de urgencia, independientemente que le quita capacidad a ortopedia. La decisión provocó que se le redujeron espacios a cardiología y medicina interna, lo que en caso de urgencia pudiera representar entre la vida y la muerte para un paciente.

 

La esposa del director del hospital, la doctora Valerie Alcántara Ramírez, es dermatóloga y justifica una decisión que tiene como único objetivo complacerla y entregarle una área que estaba destinada para otros fines. Pese al tiempo transcurrido, ninguna autoridad -el Órgano Interno de Control a cargo de Luis Antonio García Calderón, como siempre mira hacia otro lado- ha intentado revertir esa irregularidad.

 

Ese hospital cuenta con las especialidades de pediatría, cirugía, medicina interna, gineco obstetricia y urgencias. Sin embargo, la contratación de médicos no se hace de acuerdo a las necesidades, sino de manera arbitraria. Sólo como ejemplo: para el área de dermatología fueron ingresados adscritos a medicina interna, lo que implica no sólo desvío de recursos públicos, sino además deterioro en uno de los servicios.

 

Incluso en septiembre de 2022, la doctora Alcántara Ramírez, esposa del director, posteó en sus redes sociales un anuncio en el que solicitaba a médicos dermatólogos para los turnos vespertinos y matutino.

La situación es tal gravedad, que no se tiene el servicio de oftalmología, pero sí un equipo que poco a poco ha sido desmantelando. A los pacientes que requieren de esa especialidad, son remitidos al Hospital Regional 1o de Octubre para su atención.

 

La coordinadora de medicina interna, doctora Damayanti Gómez ordena el ingreso de pacientes con necesidad de atención urgente en áreas distintas al servicio, lo que se traduce en un retraso de hasta dos y tres semanas en la atención al padecimiento que enfrenta, por lo que el estado de salud se les complica.

 

La doctora Gómez coincidió con el director del hospital en la residencia médica que realizaron hace años y por ello se le dispensan irregularidades. Sustituyó a la doctora Damayanti Solís, quien renunció en desacuerdo con las políticas del doctor Gutiérrez Ávila, pues consideraba que debía privilegiarse la operatividad de los servicios y no aceptaba pacientes por recomendación.

 

Parecen decisiones intrascendentes, pero entre otras cosas genera consecuencias en la productividad y movilidad, que se miden por los ingresos y egresos y provoca desatención en las especialidades.

 

En la pandemia de Covid-19, el hospital compró un equipo de nitrógeno líquido para quitar verrugas. Una frivolidad cuando lo importante eran insumos para proteger a médicos, enfermeras, camilleros y trabajadores de los eventuales contagios. Al ser el doctor Gutiérrez Ávila sobrino del director general, del ISSSTE, el gasto fue justificado. Una forma de corrupción, cuando todos los días el presidente Andrés Manuel López Obrador presume que en su gobierno esa práctica nociva no existe -olvida los señalamientos públicos en contra del tráfico de influencias de dos de sus hijos en las grandes obras como el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas-.

 

La falta de organización en el Hospital General “Tacuba” se nota en diversas áreas. Los servicios de neumología y cirugía cardiotoraxica en la realidad no existen. Sin embargo en 2020 ingresaron tres médicos neumólogos y los ubicaron en la nómina de cirugía interna.

 

En cardiotoraxica, del hospital sólo cuenta con un especialista para patología del pulmón, el cual tiene un horario de martes, jueves y sábado en el turno nocturno.

 

Un neumólogo reconocido, el doctor José Antonio García Cuéllar, trabajaba en el hospital Tacuba, con número de empleado 392310. En el Instituto de Enfermedades Respiratorias (INER), le ofrecieron la Jefatura de Hipertensión Pulmonar. El director Gutiérrez Ávila, mediante el oficio HGT/D/1155/2023, le ordenó a la coordinadora de medicina interna que a partir del 1 de julio del año pasado cumpliera con su horario de 8:00 a 14:00. Lo obligó a renunciar.

 

En la coordinación de enseñanza, doctor Demetrio Arturo Bernal, decide, por sus pantalones, quién es maestro. Están inscritos 9 alumnos en distintos años y a todos les da clases un docente. En este caso el director es muy tolerante.

 

El doctor Gutiérrez Ávila dio muestras de influyentismo pasándose por alto la orden presidencial de basificar a quienes estuvieron en los servicios durante la pandemia de Covid-19 -la Comisión Nacional Mixta de Planeación de Recursos Humanos, integrada por representantes del ISSSTE y el Sindicato Nacional de Trabajadores del ISSSTE emitió un lineamiento que sirvió para tirarlo a la basura-. Benefició a tres de sus amigos: Carlos Vega, en reumatología; Miguel Ángel Cepeda -en oncología- y al tercero no hemos logrado ubicarlo.

 

Ninguno de ellos trabajó durante la pandemia. Parece algo sin importancia, sólo que el hospital enfrenta déficit de médicos internistas, pues sólo cuenta con seis.

 

El Hospital General Tacuba seguramente es uno de los que el presidente López Obrador considera al nivel de los de Dinamarca. Ajá.

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