Opinión

De memoria

Los odios

por Carlos Ferreyra

Luis Echeverría no mató a su hermano; tampoco dejó paralítico al jugador que lo ponchó tres veces y claro, nunca mandó al desempleo a miles de trabajadores bloqueando la principal calle del país Reforma con carpas desocupadas.
Sin embargo, odiamos a Echevarría que nunca incendió un pozo petrolero ni chantajeó al gobierno acarreando desempleados para ocupar las plazas e impedir la celebración de fastos patrióticos.
Pero odiamos a Echeverría. El odio es un sentimiento irracional que surge generalmente de una antipatía, pero que en este caso fue creado, fomentado y difundido por los capitales del norte que así lo acordaron en CHIPINQUE.
Los hijos de Echeverría estudiaron y obtuvieron empleos cómo cualquier ciudadano, nunca reclamaron privilegios. No los investiga ni los persigue la agencia antidroga de Estados Unidos como afirman medios gringos que está sucediendo con los vástagos de López Obrador.
Echeverría nunca visitó a la madre del narco más buscado en México y Estados Unidos mientras el hijo a cargo del tráfico de drogas en Sinaloa festejaba su cumpleaños. La foto existente muestra a López Obrador saludando a la abuela desalmada mientras Ovidio observa la escena recargado en la pared.
Doña María Esther Zuno jamás hubiese hecho una seña procaz acompañada por la expresión más vulgar: pocos pero a tus horas. La señora tenía un pequeño establo y vendía leche y quesos entre sus vecinos de San gerónimo.
Se le atribuyeron diversas reuniones en las que despojaba de sus joyas a las asistentes con la curiosa coincidencia de que tales joyas eran prestadas con valor de millones de pesos y el cuento terminaba en el suicidio del esposo de la dama despojada. Nunca se dio el nombre ni el lugar y ni siquiera el cargo del pobre marido que en su desesperación por no poder pagar las joyas prefirió levantarse la tapa de los sesos.
También fue uno de los múltiples infundios de los monte rellenos que nos hicieron pensar que Echeverría era tonto y nunca nos permitieron esnterarnos que Echeverría participó en la reunión de la unión parlamentarios internacional contra las armas convencionales y fue parte importante en el análisis y estudio para proponer el tratado de Tlatelolco.
Éste tratado contra la proliferación de la armas nucleares nunca fue suscrito por Estados Unidos, China ni Cuba. Cada país con sus razones particulares que no impidieron que se otorgará a México el premio Nobel a La Paz que recibió nuestro canciller Alfonso García Robles. Michoacano, por supuesto.
La participación de Echeverría en estos hechos se hizo bajo el concepto muy sabido de que no se mueve la hoja del árbol sin la voluntad del señor y en esos tiempos el señor moraba en los pinos.
Pero odiamos a Echeverría que propuso la carta de deberes y derechos de los estados, acogida con gran beneplácito por el resto del mundo. Pero no iban a permitir que se le colgara otro reconocimiento y éste ya muy directamente a Echeverría que fue propuesto para el premio Nobel a La Paz y para la Secretaria General de las Naciones Unidas.
Del bloqueo de reforma, el resultado fue el crecimiento de la delincuencia capitalina que no encontraba empleos ni otros medios de subsistencia.
A Echeverría se le quiso levantar un juicio por genocidio que implica la pretencion de desaparecer una de etnia , un grupo social, una nacionalidad. Algo similar a lo que pasa en este sexenio donde se registran 175,000 muertos sin investigación ni castigo.
Echeverría en cambio, liberó a los líderes estudiantiles encarcelados en 68 y solo carga las víctimas del jueves de corpus en 1972 a manos de los halcones, cuerpo paramilitar organizado en los tiempos inmediatamente anteriores del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz quien, en el caso del 2 de Octubre asumió públicamente la responsabilidad por la matanza.
En la casona de San Gerónimo se creó un centro para la recopilación de los sucesos acaecidos durante el gobierno de Luis Echeverría Alvarez quien repetimos, no mató a su hermano, ni incendió pozos, ni exigió millones de pesos por desocupar plazas públicas.
Pero odiamos a Echeverría y lo odiamos por qué así nos lo ordenó el Norte, el Norte Mexicano, pocas cosas y el Norte imperial.
La muerte del empresario Eugenio Garza ha tenido la ridícula secuencia de unos de los autores del atentado Jesús Piedra Ibarra desaparecido, la madre Rosario Ibarra de Piedra se convierte en la imagen de una lucha y llegó al extremo de que la postularon candidato a la presidencia.
Es obvio que se trató de un atentado que podría calificarse hasta de terrorista, en el recuerdo odiamos a Echeverría, lo culpamos y a la hermana de Jesús la tenemos como presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Pero odiamos a Echeverría, ¿Alguien me lo podría explicar?.
En la ilustración la noticia periodística del asesinato del hermano, crimen no perseguido ni castigado.

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